Por tres horas fugaces, mi casa fue tu pecho ¿O fui yo la tuya? no sé, es difícil distinguir entre espacios que no existen más que alojados en pequeños momentos, porque hoy ya no estabas tú ni estaba yo, pero en mi mente tus brazos siguen aferrados a los míos y ese leve eco de tu voz cuando dijiste a veces creo que no te crees lo linda que eres; y te conviertes de nuevo no solo en casa, sino en hogar, porque a veces creo que no crees lo bonito que es saberte cerca.
Los domingos siempre me han parecido un dia especial para la nostalgia. Y por supuesto que sé que esta afirmación es de conocimiento general y que no descubrí el agua tibia, pero nunca está de más repetirlo en voz alta: los domingos son, definitivamente, un día especial para la nostalgia. ... Hace par de meses volví a vivir sola. Fue como empezar, otra vez, a reconocerme en el silencio de mi hogar. Empecé por lo básico y lo banal, lo mecánico de la adultez. Entender que la nevera esté en la temperatura correcta, armar el escritorio más barato de Ikea, conseguir unas sábanas que cumplan su función hasta que pueda realmente comprar unas que me gusten, ubicar el supermercado más cercano y aprender a encontrar la mantequilla con sal en el mismo. Sencillo. Lista cubierta. Pero luego me tocó entrar de lleno en el único rincón de la casa que no quería visitar: yo. Me tocó aceptar que el insomnio no lo ocasionaba el colchón nuevo, pero si las memorias que se acumulaban en la espalda...
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