- 17/07/2019 -
Todos empezamos con miedo: miedo a
tomar decisiones, miedo a escoger un camino, miedo a equivocarse, miedo a la
rutina; muchos ni siquiera sabíamos cómo empezar, pero decidimos aceptar la
vida como un carrusel y nos subimos. Nos subimos en una especie de carrusel
donde no solo se movían los caballitos bajo nosotros, si no todo el escenario.
Todo lo que conocíamos. Pero eso no nos detuvo. Lo que comenzó como un sueño,
hoy nos sonríe de frente.
Es fácil escribir “lo logramos”, hilar un par de oraciones de
agradecimiento y recordar de forma muy superficial lo que fue la etapa completa
de una vida. Siento que podría escribirlo, resumirlo a cinco minutos,
sintetizarlo como si de una historia corta se tratara, pero en realidad no es tan
sencillo. Este título nos costó muchísimo más que la mezcla entre miedo y
emoción que nos embargó el primer día que vimos una clase, muchísimo más que
trasnochos sobre trasnochos.
El camino hacia él nos llevó a explorar y explotar nuestras capacidades,
a probar nuestros límites, a conocer personas maravillosas que hoy no son solo
amigos, si no familia. Vivimos el esfuerzo propio y el ajeno, nos vimos
desfallecer y no lo permitimos: aunque por momentos necesitamos una tregua,
fuimos capaces de escribir un punto y coma, mientras continuábamos con la
travesía. Nos costó muchísimo, es verdad; pero hoy podemos decir que valió la
pena.
Sé que nos sentimos llenos de dicha y el orgullo que nos infla el pecho
lo compartimos todos: profesores, graduandos, familiares, amigos. Todos fuimos
parte de un todo que se fue construyendo de
la nada, a punta de trabajo, dedicación e ilusiones. Siempre unidos, sin
romper la esencia de lo que somos, porque continuamos siendo la Universidad de
la excelencia.
Cada persona que se levanta a diario en un país tan convulso como éste y
decide dar un paso para romper la inercia, es un héroe. Estudiar, trabajar y
formarse es un acto de irreverencia en momentos así y merece ser reconocido. Este
logro no es solo personal, sino comunitario. Porque seremos nosotros los que
continuemos construyendo la posibilidad de darle a otros lo que la Universidad
Simón Bolívar nos dio a nosotros: un hogar, la posibilidad de pensar
críticamente, el impulso para convertirnos en mejores personas, la capacidad
para seguir avanzando a pesar del miedo.
No todos hemos podido llegar hasta aquí. Muchos partieron en búsqueda de
oportunidades para ellos y sus familias. Muchas de las sillas vacías que vemos
frente a nosotros podrían tener un nombre, un amigo desde vivenciales, un
compañero de carrera un amor que tuvo que marcharse. Desde donde están, siguen
construyendo sueños con cimientos en el sentido de pertenencia tan grande que
sentimos por esta Universidad. Comparto un segundo de este tiempo para
recordarles sin importar la distancia.
Es momento de creer y de crear. Creer en nuestras capacidades, avanzar y
no detenernos más que para tomar el impulso de seguir con el camino. Creemos espacios para reencontrarnos.
Podemos convertir el temor a lo desconocido en otra aventura: ya no en un
carrusel, estático aún y cuando está en movimiento. Somos capaces de
convertirla en cualquier cosa que queramos. Hagamos de este día el comienzo de
una nueva etapa, sin olvidar todo el camino recorrido para llegar hasta este
punto. Por nosotros, por los que no pudieron lograr su sueño aquí sino en otros
lugares, por un país que merece gente que trabaje para rescatarlo, esté donde
esté.
Antes de continuar, cierren los ojos. Recuerden esos momentos que
marcaron un antes y un después en estos últimos años. Caminar por los jardines
de nuestra casa de estudio, perder de vista el atardecer frente al mar, sentarse
a divagar en biblio, tardes de estudio con amigos, el refugio en múltiples
agrupaciones, el saludo rápido entre clases…en fin, cada momento especial para
ustedes. Imposible no sonreír ¿Verdad?
Celebremos, entonces, este logro con esa sonrisa. No permitamos que nada
pueda opacarlo. Sea cual sea el camino que tomen, continúen siendo no solo
profesionales de calidad, sino también excelentes personas. Encuentren lo que
aman hacer y den respiros necesarios, pero no desistan. Continúen siendo la
Simón Bolívar. Llevemos con orgullo su nombre siempre en alto.
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