Bitácora.

Se hace tan usual sentirse una hoja de papel.
Una de esas hojas que se consiguen arrugadas, en cualquier cartera, tomada con mucha premura por una mano inconsciente, capaz de utilizarla y desecharla sin más, para anotar el número de cualquier hombre que intente ganar su corazón.
Si, como si no sintiera.
Una hoja de esas que adornan la página final de tus cuadernos, esas que rayas con impaciencia, llenándolas de deseos codiciosos, lujuriosos e inoportunos. Garabateas sobre ella con un afilado lápiz y no te detienes ni un segundo para pensar sobre todo el sufrimiento que le estás causando.
Aquella que cayó en tus manos por lo que tu crees fue una simple casualidad, pero la verdad es que la arrancaste una vez más de su hogar seguro, entre páginas de cientos como ella...¿Qué? También siente. También siento.
Mil veces reutilizada, impresa con tinta imborrable, dejando huellas que mancharon su blancura virginal.
Mil veces escrita con un pulso impreciso aunque al mismo tiempo zagas, con palabras complacientes para cualquier otro ser en éste mundo, menos a ella, a quien arañabas con cada trazo.
Una maldita hoja que no hace más que suplicar con un eco callado que pares su sufrimiento, mientras tu te regodeas imaginando lo que puedes llegar a lograr junto a ella.
De esas que se escriben impacientes, palabras hirientes y ensordecedoras. ¿Acaso crees ser tú, el único ser que sufre en éste mundo? Solo por ser tú ese que "siente" los estragos de la vida y el alma...Pero no, te equivocas. Tú no eres esa hoja de papel.
Mil veces arrancada, utilizada, escrita, hecha un ovillo dentro de tus manos, estirada una vez más para ser otra vez una simple página entre miles que pasaran por tus dedos.
Solo éso, nada. Una existencia efímera, cargada de sufrimiento, viendo morir a sus "iguales", sin más consuelo qué el morir apresuradamente en manos de cualquier escritor amateur, que por más que la haga sufrir, siempre sabrá que la utilizó por buenos medios.
Pero tu no. tú nunca lo sabrás.
Piensas que esa hoja es mucho menos que la nada.
Y en efecto, para ti es nada.
Nada menos que un simple trozo que utilizas a tu antojo.
Una hoja, qué, por más que intentó seguir, calló en el intento.

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