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No sólo un feliz año.

Me encontré con el papel de siempre y solo esperaba una excusa para escribir algo, lo que sea. Luego, recordé que no necesito excusas; nacieron las ganas y fue suficiente. Este es mi entrada de fin de año, esa que todos escriben con buenos deseos y la típica frase que, en épocas anteriores, se dejaban en tarjetas de cartulina brillante y pirotécnicos de tinta y escarchas a tropel. Si bien el fin es subjetivo, siempre trato de ignorarlo. Hoy, bien podría ser un 32, como tanto me gusta, pero prefiero dejarme llevar por el ambiente y parar de cuestionar hasta la disposición del calendario con 52 semanas y, si acaso, un bisiesto con unas 24 horas para llevar. Antagónicamente, ignorando el fin, anhelaba el comienzo. Pensaba, hace un par de años, que mis quimeras serían derrotadas después de las 12 campanadas. Sacaba una maleta, me comía las dichosas uvas y esperaba el rocío de suerte que, suponiendo todo lo creído tuviera tan solo una partícula de cierto, caería sobre mi. La ingenui
Me escondía en lugares comunes: bajo las rocas, detrás de un armario o en el fondo del mar. Nada imaginativa. Al salir, de vez en cuando, me alejo del papel. Ya no me gusta, ya no lo siento. En retrospectiva, me hice más daño que bien, aún y cuando de volar, lo hacía sobre las líneas y la tinta en el despliegue. Así, olvido desde los conectores, hasta la precaria formulación de metáforas que solía utilizar. Estaré mejor, me digo...Pero, realmente, nunca me he creído. Aquí no hay vuelos, ni estelas, ni pies sin firmamento. Todo lo contrario, un sin sabor.

La de relevo.

  Aquí les dejo el artículo breve para @El_Uesebista...                                                                      ... La historia de Venezuela se ha visto cargada por una serie de acontecimientos que suelen desconocer el paso del tiempo. Pareciera que danzaran a un compás propio y definitivamente  cíclico. Los problemas del pasado se disfrazan y se mezclan con los nuevos. Bailan con nosotros a destiempo. Nos pisan, nos callamos. Perdemos la batalla sin siquiera comenzarla, por miedo al escándalo de hablar, expresarnos. En 1903, éramos un país que acababa de atravesar un período sanguinario, colmado de guerras civiles, aderezado con caudillos y liberales. Un lienzo nuevo, prematuramente manchado. Casi  cien años de una violencia  cotidiana y directa, que “culminó” con una paz relativa, bajo una dictadura de hierro ¿Qué contradicción, no? Esa coacción  aceptada , evolucionó para desencadenar en nuestra posición actual, nuestro día a día. Ahora, más de cien a

Abdicación.

Las sorpresas desagradables son como galletas, pero sin fortuna. Odio abrirlas.  Si las encuentro, las dejo a un lado, bajo cualquier pila de ropa sin doblar. Un horóscopo, otro azar, cualquier bazar olvidado por la fama de sus malas ventas. Así fue mi día: un total descontento.                                                                                  ... Y si no sé escribir...¿Por qué sigo haciéndolo? ¿ Será por otra ronda de compromisos, para no sentirme tan inerte entre las pausas del día? - Quise suponer. ¡Y vaya! Si mi profesora de lenguaje fue quien me lo dijo; y estoy estudiando ingeniería, no quiero imaginarme frente al paredón de fusilados, en la escuela de letras, haciendo algo que pensé podía hacer. No importa. Una tacha más, sobre otra de mis causas perdidas en mi lista de inalcanzables. Adiós, letras.

...Aprendí.

Yo creí que despertar justo a las 6, era cosa del pasado. Que de correr, lo haría nuevamente de tu mano, pero no. Ahora, ni el sol recuerda con que inclinación tocaba el pavimento justo antes de ocultarse, entre sus nubes, como un lecho o algodón. El desayuno, ya solo sabe a tragedia. Nada de épicas, ni carrozas, ni banderas. Aquiles ya murió. Y no recuerdo, lo que era despertar bajo el hechizo de creer, que todo se podía, se lograba, y no se deshacía en un jirón. Antes, subía la mirada hacia aquél árbol sintético y decorado con plásticos de suerte, alumbrado por luciérnagas mecánicas, danzantes al compás de un intento de canción. Era más que mágico, eran de día, de noche y de ti, mis ilusiones, aún y cuando 3 años y un milenio entre los dos no saben llenar bien el espacio, que dejaste en los rincones; detrás del arbolito, la mesa que no compramos, el closet improvisado, y los muebles de color. Esas esquinas, se vaciaron. El árbol, en su caja, no cumplirá es
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Dos estantes a la derecha, como aquél carril, el de 40km/h...Lento, justo como yo. Una total pérdida de tiempo, tomarle por placer. A veces, no es más que la última opción que podemos escoger, cuando es inminente detenerse a esperar una grúa. De papel, de portadas y colores, los disgustos, los vocablos, las notas al pie -o a la mano, ¿por qué no?- de página, el tono de tu voz. Un libro viejo y tan antiguo como antagónico y potencialmente fugaz, porque se olvida. Nada de textos con definiciones puntuales, mucho menos ensayos de rigor. Nada más un compedio de errores que no saben sumarse ni, después, multiplicar. Así soy, cuando la hora pico se acerca y el canal, en contra flujo, anuncia entre desprecios, que comienza a funcionar. Porque es imposible no transitar, de 9:00 a 4, tres estantes más allá.
A diario, contaba las sonrisas de tu piel -o los lunares-. Era lo mismo: el tacto, las desviaciones, las prisas por buscarte.
5 días de adaptación para un período al cual, definitivamente, no estoy nada preparada. Y es qué, ¿Acaso alguien lo está? Me siento coartada, cohibida, deliberadamente encerrada en cualquier frasquito, donde guardan la sal, los resquicios de café, la lejanía. Apenas, alcancé a descubrir que la universidad es igual de ínfima que el tiempo, es decir, total contradicción; y el trabajo, en teoría según mi profesor de sociales, la razón de la existencia, la base de la vida. ¿Y con eso qué? solo vivo haciéndome preguntas que luego olvido -o simplemente ignoro- para no tener que contestar. En suma, sigo esperando encontrar la "solución". -B.
Están esas posibilidades de perder la memoria en cualquier accidente o especie de trauma. Luego, la necesidad de traerla de vuelta, para alimentarnos de recuerdos qué, en un principio, querías olvidar.

Retórica del Venezolano.

Se perdieron las elecciones -decía Ramiro, mientras se revolcaba en su desdicha, de ser y estar en una patria que nadie escucha, que ese nacionalismo del carajo no le alcanzaba para llenarse el bolsillo y los muchachitos que le esperaban todo el día en la casa, necesitaban más que buena voluntad para mantenerse en pie, y así iba dejando a un lado su condición de catedrático, de hombre de letras carajo, porque ya la columna del periódico que escribe no es más que un cementerio de ideales y mira tú, que empecé esto como crónica y ya ni el rumbo tengo, se me cruzaron las funciones, los textos ¡Que monólogo y que nada! Pura verborrea, compadre, que así es que está el venezolano, tirando de allá y de acá, tomando lo del préstamo del banco para pagar el cupo y traerse el capital -las divisas, pues- porque allí es donde está el negocio, el sobreprecio, la especulación. Nos hicimos maestros, compadre. Hacemos cola hasta cuando, por intervención divina, no nos falta nada; porque así estamos,

Visages.

Si pasas frente a mi con otra cara, seguiría hallándote en tus besos;  o en ese aire que dejas vagando en el ambiente, cuando suspiras hondo por mis respuestas. Así te veo, con distintos rostros, en cualquier librería...Justo donde se que jamás podría encontrarte. ... Como me dueles.
Esta vez, apunto lejos del papel; de esos borradores llenos de tachones que usualmente dejo con bolígrafo, regados por allí. Te escribo desde aquí, porque no me da tiempo pensar y acomodar con sutilezas los errores cometidos en tiempo pasado. Probablemente, ni el olor a lluvia y tierra mojada te refresque la consciencia, muchos menos los vacíos. Olvídalo, ni siquiera te gusta ese aroma. -me imagino- No puedo aprender a delinearme los ojos. Intentarlo es terminar con rayones negruzcos en toda la cara, como una niña con creyones de cera y un lienzo virgen, a punto de ser pigmentado. No tengo el porte de delfina, manos de dedos finos y complacientes, perfil romano o la capacidad para aparentar ser una. No soy tu Maria Antonieta. Por el contrario, soy todo lo qué, imagino, nunca pensaste que tendrías por "compañera". Una que "tergiversa" todo lo que quisiste decir y lo modifica a su antojo para terminar escondiéndose en tus brazos, porque le aterroriza la idea

Absurdos y violáceos.

Solo pasa qué, de vez en cuando, terminas por cuestionarte todo y hasta una pila de almohadas puede alterar tu ciclo natural de "reposo"; y así sucede que se van trazando líneas violáceas - porque me gusta el color y punto, no tiene otra explicación - y nacen diversos absurdos qué, por separado (ni en conjunto) tienen algún tipo de significación. No son nada, como todos. Nada de materia, ni conjuntos, ni reales. Aquí no hay más que un trío -más un infiltrado- de pensamientos abstractos y tontos, típico de mentes amilanadas, poco cursivas. En fin, un eco inadmisible.                                                                                I -Mamá, la ropa está delirando en aquella esquina y tú pendiente del café. -¿Cómo que delirando? Tú y tus estupideces. La ropa no siente, mucho menos si es de color . -Claro que siente. ¿Acaso no las escuchas a diario? gimen de a ratos, cuando el sol no las toca.                                                              

Detrás de recibos y facturas viejas.

                                                                                                                                            I Para Henrry, porque hoy no quiero solo decirle papá.                                                                                                                                                                             "las olas han venido rodando hasta la orilla..."                                                                                                                                                                  -Carlos César Rodríguez. Cada vez que tiraba piedritas al mar, en mi inocencia, creía que tú serías capaz de encontrarlas, aunque inútil de mi parte, nunca supe enseñarlas a nadar. Solo tú podías extender tus manos, tocar la lluvia, abrazar al viento. Ahora, se que se llaman rocas, que el mar no es otro animal bicolor e infinito, atemporal. - Es solo mar, Betica-. Y que tú,

Clandestino.

Son las 2:12 Pm, pero la lluvia hace que se modifique el aspecto físico de los segundos. Para mi, son las 8:00 de la noche. - E sto es irrelevante. No te vayas a dormir, todavía puedes quedarte ¿Que importa que el espacio se postergue? Si tan solo pudiera cruzar esa misma pasarela que atravesaste hasta dejarme . Señor metodista, agenda organizada, el "escribe bonito y vive con su mamá" que tanto me advirtieron, hoy es mi turno de vengarme de los pétalos, los valles, de sus versos adictivos y seductores. No le voy a decir que lo quiero, porque asumiría mi derrota, firmaría mi renuncia y dejaría entre sus manos todo el orgullo qué, en teoría, debería conservar. Por eso le huyo. Por cobarde o idealista. Yo, prefiero creerme la segunda. Que más quisiera yo que ser de algún metal, pero esa característica de la maleabilidad no va conmigo...Y no, no sé por qué hablo de metales. Yo solo quiero besar tu boca. ¡Y si! Me trago mil y un veces mis palabras, los reproches. Me mue
Dejé toda mi improvisación en esas dos páginas y ahora, sin quererlo, me dejaste vacía.

Tú, no expresable a razón de dos enteros.

Te vi cruzando la avenida entre cientos de motores y otro tanto de nosotros, los sobrantes . Allí, sobre el rayado, te supuse infinito...No solo real, sino subdividido. Irracional .  Me parece que eres como la raíz cuadrada del 8. Así, imprudente. Te atraviesas cada tanto, ofuscando al que te topes. ¿Por qué no puedes ser solo un exacto? No sé como explicarte que me dueles cada tanto al recordar qué, si no puedes ser una fracción  ¿A donde guardas esa otra mitad que debería satisfacer? Me siento un cero y no a la izquierda, sino en tu denominador. Esa hipótesis de mitades y frutas cítricas, nunca ha saciado mi curiosidad y ahora, tú me la negaste. Pudiste ser pi , φ ó  simplemente e;  O bien, lo que quisieras. ¿Por qué no te escapaste hacia otro plano? ¿Por qué no hacia el sistema de Euclides? Ahora, el rojo del semáforo te deja deslizarte lejos de mis interrogativas y seguirás siendo eso, una raíz de 8.
¿Por qué escogiste habitar entre el desastre, las tazas sucias de café; el papel amarillento y corroído por el tiempo? ¿Por qué no te quedaste navegando en las cálidas linfas del amor sin sobresaltos? ¿Qué haces conmigo si es mejor estar sin mi? ¿Por qué esperas al ocaso para invocar mi nombre? ¿Por qué no te pierdes donde, después de cientoveintisiente intentos, me sea imposible encontrarte? ¿Por qué me miras y esperas a que bese tu cuello? ¿Por qué no me dejas ser una Zarina imperial? ¿Por qué no sueñas con rozar los intermedios? ¿Por qué no escribes contra el tiempo que las verdades son de azufre? ¿Qué haces envolviendo tus silencios en celofán? ¿Por qué no puedo hacer poesía? ¿Por qué tientas mis miedos? ¿Por qué lucho solo por mirarte retroceder un reloj a cuerda, aún y cuando las pilas podrían funcionar? ¿Por que te retraes en esos viejos retratos sepias? ¿Por qué aún sueñas con volar? Este mundo de mierda se cansó de los intentos y tú,otro más para la
Y me enamoré tanto del amor, que cada vez que pasaba de página, todo era gris, como el agua que pisamos con el té entre las manos, ya sin sol.

Paraísos terrenales: Literatura atemporal.

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Hoy no quiero hablar de derivadas ni límites laterales. Salir de la universidad y descubrir la Caracas detrás de la desidia, es asombroso. Caminar por sus calles y no ver solo problemas, sino posibles soluciones, es un pequeño placer de la vida que todos terminamos por ignorar. ¿Como no sentirte en casa si los libros ganan el espacio? Esconderse en la pulpería y caminar entre Tolstoi, tratadados filosóficos, S ü skind o tomos y tomos de la revolución francesa, no es más que respirar todo el aire que has ignorado por desconocimiento, no es más que sumergirse en todo cuanto deseaste sin saber que existía. El paraíso terrenal para cualquier amante de los libros antiguos, carcomidos por el tiempo, con ese característico olor a distancia y tiempo inexistentes, errantes, perfectos, a lluvia y pavimento mojado, años '50, Montmartre...Solo vida. Amé cada partícula de polvo que se depositaba sobre el tiempo, porque allí no entras buscando un libro...En cambio, el libro te busca, te encu

¿Información o deformación?

Suelo ser de esas personas que leen absolutamente todo lo que encuentran. Hoy, llegó a mis manos un ejemplar de "Ciudad CCS", un diario cuyo eslogan es revolución a diario. Su distribución es gratuita y hace 4 años que está en circulación. Al ver su portada, tuve un buen sabor de boca: ninguna muerte estaba reseñada en ella. -Increíble, pensé. Visualizar sus páginas es vivir en una Caracas utópica, donde las obras desplazan cualquier intento de anti-patria , de tiranía oligarca, derecha fascista. El concepto de una Gran Caracas tan transparente como se plantea, es simplemente ilusorio, placentero. A mi me compraría, si no fuera porque a diario recorro esas mismas calles y se qué, la realidad se basa en una ambientación totalmente distinta. El hecho de vivir en un paralelismo es tan común qué, por defecto, terminamos aceptándolo. ¡Ah, si! Además, una edición de "Epale CCS", me hizo replantearme el concepto de periodismo que manejamos hoy en día en nuestro paí
Lo malo de escribirle al amor es qué, en cada coma que enfatizas, abres una brecha en el cielo y nunca más vuelves a verlo igual.

Cronología 1.5 (léanse los apartados anteriores, sin el nudo en la garganta).

Ya no te falto y el maldito viento se empeña en traer tu nombre.
Al resumir las cuentas, cientos de silencios no cuadran. Se agrupan y forman un bloque de indiferencia. ¿Por qué un vacío? Si está lleno de nada...Solo otro absurdo que no puedo comprobar. Soy mala con los argumentos, así que solo puedo decirte: "no cuadran". No me preguntes por qué, ellos solo existen para evitar que siga diciendo estupideces, regalarte unos segundos de calma, preceder una gran intervención o hacer que descanses un poco de mi y mis eternas retahílas. Son solo silencios. ¿Cómo podría explicártelo?
De tanto recoger migajas, el cielo ya no es igual.

Crónica.

     Y como sé que ya no existo; porque me lanzaste al viento, como de niño hacías con las cometas, me atrevo a nombrarte. Solo por eso, puesto que la cobardía me reprime. Ha pasado poco menos de una semana, o medio siglo en cuatro cuartos de hora, y aunque prometiste no olvidarme, me perdiste donde dejas lo que no valoras, los taquitos de papel que no lanzaste en la primaria y los malos besos que quisiste dejar de saborear. Nada tiene de malo este lugar. El sol sigue tocando las canciones que dejaste de escuchar, porque al repetirlas tanto, te cansaron.     Mi vientre está lleno de mariposas, pero no las dejaste tú. El viento, como la sequía, también sabe quemar...Y ellas, impacientes, solo buscaron refugiarse. No puedo verlas, pero puedo sentir sus colores. Son tan fuertes como para imaginar como se verían, si pudiera acercarme a ellas y exponerlas, cual cristales, en un pequeño pedestal. Agitan sus alas, pero ya no intentan escapar. Se acostumbraron a su jaula, su rutina...Así c
Por alguna extraña razón, siempre estoy alejada de lo tangible, lo necesario, lo productivo. No quiero verme obligada a rendir cuentas por una actitud tan natural. Allá ustedes, incapaces de percibir una porción de amor, y sus consecuencias, en cada vacío. Allá la vida, que se les escapa. 
No más muestras de afecto que apenen al receptor. Ya no más emisor complaciente. Se quiebra el canal y se acabó el contexto. ¿Comunicación? Suena más a desaparición consecuente de ideales.

Yeux bleus, 8.

     Siempre me han gustado los viajes en carretera. Esa sensación de ir volando sobre el asfalto, mientras finjo sentir la brisa que no puedo tocar, como la tocan los árboles. Y lejos de toda esa brisa, de vez en cuando, te encuentras tú. como hoy, o hace 15 días.      Hasta los momentos, considero que la vida es un ciclo abstracto. Toma la forma que desea, da los giros que convienen y termina haciendo un chiste de todo tipo de experiencia.  Así estamos, envueltos en ese embrollo, como un pequeño hilo de coser. ¿Y si estuvimos juntos en 1932? Quizás supimos del conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay, detestábamos las políticas de Mussolini, leímos a Huxley y su novela futurista, idealista...O simplemente no existimos y yo solo quiero imaginar que tu existencia ha estado siempre, rondando mis motivos. Esto no tiene sentido. Son párrafos inconcretos, ideas sueltas y uno que otro remordimiento por no quedarme un poco más, como si un solo segundo bastara para sentir que
Resulta qué, cuando no estás, tus besos se vuelven tinta y eso de no escribirte porque la pena ganó el espacio, se me olvida y no puedo negarlo; me encantaste y ya no quiero que salgas de mi.

Del subdesarrollo...

Hace unos días, por fin, culminé el bachillerato. Como tantos otros, la "lucha" intelectual por ingresar a una universidad derivó en diferentes resultados. Y hoy, aquí, luego de inscribirme en la  Universidad Nacional Experimental Simón Bolívar , me siento tan o más a la deriva que al principio de empezarla, porque hace unas semanas comprendí que aquí la universidad ha perdido su concepto, su  universalidad,  la dualidad de la que es característica: profesor-alumno, en un eje sustentable, con el fin de crear individuos capaces de vivir en sociedad, no solo profesionales robotizados y carentes de esa chispa, ese  algo  que tanto buscaba Arturo Uslar Pietri ¿Y como no? Si los recursos para su subsistencia se coartan. ¿Qué puedo decir para intentar compactar un río abstracto de ideas?  Debo empezar por admitir que estamos en un período politizado. Una era cuyo centro es el estado de deterioro en el que nos encontramos, derivado de una crisis política que lejos de que

29.

Ya todo se asienta y el mundo, que era un pañuelo, ahora es un inmenso lienzo de algodón. Blanco, para pintarlo de certezas, pero no las hay.
Después de treinta y dos despedidas, ya sé decir adiós.
Te vi llegar y me desvanecí; así que no puedo escribirte, solo mirarte.
Unos dicen que eso, de querer al viento, son cosas de idiotas, de seres nohumanos,  porque eso de sentir y no observar, es premonitorio, de adioses consecuentes.
Mis esperanzas son ese polvo que barriste. ¿De que otra forma puedo explicártelo?
Pensé que hoy sería solo nuestro, que te vería mañana. Pensé qué, quizás, lograrías imaginarme cerca de ti, como si te importara el tiempo que paso acostada en tus brazos, sintiendo el frío de tus pies. Y te tuve, como aquél día, dormido como un niño, con la resaca del que siente la felicidad en los huesos, pero de ayer, de cuando fue libre y se bebió al mundo para padecerlo hoy, al día siguiente, o en aquél día, pero en mis brazos y dentro del bus. Nuestro bus, porque allí como a nada, envuelto entre abrazos y caricias prolongadas en el cabello, con tus manos frías por el aire acondicionado, supe que la felicidad no estaba en el tiempo, sino en el espacio. Vaya que lo odio. Vaya que lo amas. Sin más, pude cuidarte y sin quejas, no hubo nada que me hiciera pensar que exageraba.

Mi vida es un constante domingo. La gente se va y yo sigo esperando que sea un lunes, pero nada. Sólo domingo.

Agrupación -no- intencional de recuerdos numerados.

                                                                                Aquí yace un hombre                                                                               que no supo nada del viento del oriente                                                                               ni de tránsitos de nubes                                                                               ni de la herencia de su espanto                                                                               ni de mi.                                                                                                           -Acuarela Martínez. Ayer te vi.                Mentira. Como siempre, faltaste. Ya ni siquiera se que pienso, o si razono. Si no te vi, o fue un "perdón". Ayer te vi y se me detuvo la mirada, gélida. La noche fue larga y sin ti. Vacía de ti. Lejos de ti. Ayer te vi y ni volteaste. Apartaste el viento de mi cara, la luz del camino, los pa
Ricardo ¿Por qué te escondes? No ves que la luz se apaga y tus ojitos se achican, como esperando al sol. Deberías salir y codearte con el mundo;  ese a tus espaldas, fracasado, ya sin luz. La que esperaste. Eres un "yo" que ruge de miedo, temores que te hunden - y me hunden- bajo tu - mi-  almohada. Aquél, que cuando sueñas, ruega por tenerte en este hoyo existencialista, filosófico y vulgar, que juega a la guerra, atentados y furia, pues no sabe de calma. Les cuesta, Ricardito, porque de personas, el concepto les queda grande y, ni con hilos de bondad, logran achicarle tanto vacío, allá en sus pechos. Ni mutismo capaz de silenciar- me -te hará que cedas y dejes - mis-  tus instintos... ¿Por qué me llamas, si ni te escucho? Tal vez no existas, o viceversa          ... Tal vez no soy y tu si estás, pero me pierdo imaginando qué,  en tu tristeza, logras comprender mis faltas; y en ese mundo,  nuestro mundo,  
¿Cuantas veces no tomé tu mano cuando ya no podías levantarla? Entre lágrimas y recuerdos, tristes galerones, pedías un poco más de tiempo, para respirar la vida que te faltó. "La garza prisionera no canta cual solía, cantar en el espacio y en el dormido mar" Pisadas de un polo y tu voz, entre cortada, sin más que sus heridas, después de las 9, intentando empezar de nuevo conversaciones sobre el día, ¿Cómo te fue en el colegio? ya todo era costumbre, ni siquiera monotonía, solo costumbre; pero allí, sin tregua, estaban tus brazos esperando mis carreras. ¿Por qué seguías cantando, si ya no podías? Ya solo eras un eco y podía amarte más. Amarte porque podía seguir soñando con tenerte un poco más. Amarte, pues jamás pensé que realmente te irías. ¿Acaso tu si lo sabías? Y te despedías a diario, con tus sonrisas cubiertas de lágrimas. Sufriste tu vida y la de ella, tu pequeña, sus miradas, sus deditos entrelazados en las fotos viejas, donde sigues existiendo y, de

Porque sin quererte, ya te quería.

Mira que lento pasa el tiempo cuando estás, pero no conmigo; porque cuando existes junto a mi, en nuestro mundo paralelo - no secante - las horas corren de tus dedos a mis labios y eso que llaman beso, es nuestro único cronómetro puntual. Que perfecto te ves, cuando ni te miro. Alzando los dedos al viento, acariciando tu cabello impalpable, ese que no es más cabello, sino hilos de nada. Y tú, como impaciente, te dibujas donde pueda observarte, a 4 horas de mi, o dentro de ti, pero a mi lado; porque no, no necesito tocar tu piel para decir que existes, que te siento como gotitas, un riachuelo, el océano mismo y sus grandes gaviotas que anhelan el sol. Podemos nadar de nuevo hacia aquel bote, de aquella playa, en aquél tiempo provisorio que nos prestaron un ratito, para ser felices 259.200 segundos y ni un poquito más, pues hasta tu ternura disfruta de las matemáticas. Podemos poder, porque si, porque queremos... Y quizás, aunque el bote siga a la deriva, estaremos allí, intentando
                                                                                                                                                                                                              Ciudad Bolívar; 14/05/2013.      La clase se volvió una ladilla. Papá me dijo que la escuela era para aprender, pero yo no sé nada. La profesora dice que el círculo polar ártico tiene un clima diferente al ecuador, es uno de los cinco paralelos...Solsticio y cosas así. ¿El de matemática no dijo que aquellas rectas eran paralelas? No sé, pa' mi es lo mismo. En fin...¿Qué sabe ella? Yo solo le creeré cuando vaya al polo y me muestre el horizonte y la inmensidad de la nada . No quiero, no quiero creerle, aunque tenga la razón. Me gusta llevarle la contraria, como en todo. ¿A mi que me importa el clima? Si ni siquiera me enseñan a querer. Aquí hablan por hablar. Se sacan en cara todo cuando pueden presumir ¡Hasta las notas! Pero no saben nada. No sabemos nada...Por eso me
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     Un carril que hace un hoyo en la cumbre, donde las rocas solo conocen la luz del sol y no del fuego, del calor humano que pasa y las patea como si no sintieran, como si su valor fuera inapreciable. Una basura más para un mundo que ya no tiene espacio. Eso fuiste tú, en sus recuerdos. Un punto inapreciable que dolió, hizo y deshizo su cuenta, sus números exactos, sus caricias cronometradas con una exactitud increíble. Puntual, como la cala que cae desde un ramo sin dueño, hecho añicos por la brisa, la sal y la abrasión de un viento marino, como tus besos de nada...

Siempre tú, aunque sea mayo.

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                                            En cierto sentido, te haces amigo de la muerte, empiezas a poder hablar con ella con el corazón en la mano".                                                                                                                                                                   Haruki Murakami.      Allá la luna, chiquita, vacía de versos, de frases de amor e intentos de poesía. Un botón de un amarillo sucio, como el de tus zapatos cuando pisan el barro y no se dejan encontrar por una corriente de agua vivaz. Escribiste un día qué, sin pensarlo, la luna era aquél lugar donde llegaban las almas sin motivos, caminando sobre rocas de cristal, y te creí. Ahora, no sé si estás vacío o llena de utopías, como los  Araguaneyes  de la vía, repletos de flores que pesan como el viento cuando es agosto, llevando una tristeza que solo ellos conocen, cuando las pierden. No fui tu  Araguaney,  quizás ni siquiera una amapola y el astro que

Versículo 1:14.

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La rosa se hizo vida y habitó entre nosotros... Hasta que la crucificamos y la entregamos entre celofán a un amor que ni siquiera nos corresponde.
Hoy no hay letras, ni cantos, ni notas. Te consumí como medicina y allí te quedaste; sin tiempo.
31 días y contando, entre pares y primos. No es suficiente con recriminarle al tiempo qué, a pesar de la lucha, perdimos. Por eso Mayo, porque podía, o no, quitar todo cuando querías.
Eres ese grafito, impaciente. Capaz de seguir la línea o descarrilarse. Copiar los sentimientos, borrar grafemas de emociones. Te resbalas y casi te siento, marcándote en mi alma, como un fierro y no más lápiz. No más borrar y volver; ahora te quedas, aquí, y sigues con tus sueños, tus besos de carbón, quemadito por el tiempo; y los deditos que recorren mis deseos y acarician aquél recuerdo de mi niñez, un balón en el patio de recreo, las manos de mi padre jugando con monedas y el olor a libros viejos, usados, llenos de sueños. Tú, sin pensarlo, con tu vida de artista modelo, preso de recuerdos ajenos que copias y olvidas, para seguir garabateando, seguir viviendo, hasta consumirte como el polvo, cuando tu cuerpo de caoba, se desgaste.
La felicidad es un frasquito que escondo en mi pecho. Se cuela a cuenta gotas y desafía los momentos de máxima tristeza. La vida me recetó una dosis para cuando el tiempo venga en contra y ella tenga necesidad de actuar, como analgésico, contra el dolor. Hoy, en efecto, me embriagué y la dosis funcionó: Estoy momentáneamente curada.

Desde tus dedos, nada sabe a derrota.

Quisiera poder decirte que acabé por esconderme, para no lastimarte con mis tonterías, suposiciones y acertijos absurdos sobre preguntas inconcretas. De a ratos, cuando mido mis capacidades y trato de ubicarlas en un plano real, sintiéndolas desplazarse como azúcar entre mis dedos, sin llegar a una medida concreta, comprendo que son escurridizas, burlonas...Hasta he llegado a imaginar que son inexistentes, por lo menos para mi. Siempre te veo de lejos, cruzando la calle de recuerdos, pisando los charcos de sonrisas y ni siquiera te inmutas. La sonrisa de tu rostro nunca se borra. No hay manera de verte entristecer, decaer y finalmente pedirme que te abrace, con los ojos llenos de vida. No la hay, pues tú no sabes de estos conflictos mundanos que tenemos las personas, los humanos. Ni siquiera se donde ubicarte, darte un Phylum correspondiente. ¡Al carajo la taxonomía! Tú eres como los ángeles. Sin alas, sin aureolas ni liras para alabanza. Eres corpóreo, tangible y tan lejano, tan
Yo no sé que sea eso que llaman amor, que definen con facultades, le suman virtudes, le restan dolores, lo subordinan a un control mayor, un ente supremo. No, de eso nada. A mi pregúntame a que sabe, como se siente, cual es su sonido cuando quiere cantar y no lo dejan.

Crónicas de la niña buena, con aspiraciones al calificativo de "mala", solo por amor.

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Con la niña mala, recorrí París. La vi desvanecerse tras la École Militaire, en cada Bistrot , tras l'avenue de Tourville. La vi allí, deseando el amor que siempre tuvo y que nunca compartió, ni siquiera aún y cuando sola estuvo, detrás del tiempo, resumida a nada.  Odié a Vargas Llosa, por enseñarme el mundo que no puedo tener, que me niega mi naturaleza de persona corriente, sin sobresaltos, sin ningún rasgo que valga la pena destacar, sin esa cinturita mínima y cariñosa que alojaba a Ricardo, noche tras noche, sin hacerle saber que le quería.  La odié por su libertad, por su ímpetu de niña mala, que la arrastraban a la fuerza de la realidad y la llevaron a una podredumbre de adinerados sin carisma, sin respeto a la vida y sus dictámenes de amor. Y a él, ¿Cómo no odiarlo? Amando cada parte de su vida, de sus deditos esmirriados que lograba besar en contadas ocasiones a lo largo de treinta y cinco años de calamidades, de traducciones, de palabras robadas y repatriadas a un i
Ya no está de moda eso de escribir la historia desde el final, cuando se deshacen los pajaritos, se tergiversan los hechos, se disuelven los recuerdos como hojas de té chino. No, ya no disfruto de esas historias. Terminé tan hastiada de escuchar relatos desde el final, que guardé en un rincón de mi memoria, lejos del sol, la historia del gato negro que tanto atormentaba la genialidad de Poe.  Hoy, nada me parece increíble. Iba a transcribirles un cuento que tengo en la cabeza, dando vueltas y vueltas, jugando al escondite, escabulléndose con vida propia, pero mejor lo aguanto allí, hasta que por voluntad quiera escribirse y dejar de torturarme.  Hace un tiempo descubrí que trazarme un futuro metódico, estadístico, calculado, de horarios inquebrantables, era imposible. Para muestra, estoy aquí, escapando de mis propias obligaciones, por cumplir un gusto efímero y soez , puesto que en lingüística me saco un 0.  Quería hablar de tantas cosas, explicar un punto aquí, aquella

La patria brava, se vale de argumentos.

Hoy, 15 de abril de 2013, a las 09:43 pm, empiezo a escribir esta nota. En la tarde perdí, de cierta forma, las esperanzas. No quise escribir, no quise opinar. Convertí mi mente en una burbuja ajena al bullicio del país. Intenté hacerme de oídos sordos. Obviar los gritos del pueblo, desde la barriada hasta las grandes quintas... ¡Tamaño error cometí! En este instante, justo cuando las palabras se me escapan de los dedos, tengo más esperanzas que nunca. No hablo desde un color político, desde el odio, la segregación, la intolerancia. Hablo desde mi condición de estudiante, perteneciente a esta patria que llevó aquí, en el pecho. Por cuestiones del destino, terminé "debatiendo" con una simpatizante del oficialismo, gracias a Twitter. Si, justo cuando más caída estaba mi esperanza, apareció ella. Llegó como se fue: sin argumentos, cargando un mensaje repetitivo, obtuso e incongruente. ¿Saben qué? Me sentí mas viva, porque mis ideales saltan en el pecho, brincan desde mi

De a dosis, no me gustaba la vida.

Entre el centeno, o los arbustos, estabas tú. Me hacías señas con ademanes violentos, apresurados.Te seguí, porque siempre esperé que notaras mi presencia, pequeña, desaliñada, indiferente. Me notaste, me querías, estabas esperando. De improvisto, siento como el mar choca contra las rocas, remueve el arrecife y asusta a pequeños peces. La luna, desde su escondite, altera la marea. Mi marea. Allá, en aquél risco, el mundo da mil vueltas, colisiona contra otro universo y se escapa de esta galaxia. Siento el frío, el calor, cientos de teorías; hasta la temperatura se hace más que una magnitud. Todas las canciones que conocía, se mezlcaron, haciendo un eco indescriptible tras de ti. Me tenías allí, en tus brazos, y todas esas sensaciones escapaban de tu cuerpo. No había mar, ni riscos, ni universos. Había un tú y eso era más que suficiente. La vida, aquella que me ofertaron a plazos el día en que nací, esa que aún no terminaba de pagar, esa hipotecada, se escapaba como arena entre tus l

Primeras impresiones: "Kafka en la orilla" - Haruki Murakami.

Página 293: Indudablemente, Murakami es ese soplo de viento que pasa, levanta tu falda, lo disfrutas y luego, sin querer, se acaba.
Empujaba carritos sobre la arena y los veía hundirse, porque era cálida, húmeda; Y estabas tú, a unos metros, empujando carritos sobre tus sueños. ¿Subiste aquél árbol imposible? De hojas negras, con mariquitas verdecielo y hermosamente deslumbrantes, con un piso de flores marchitas, sin color. No pude verte llegar al tope, allá, en la estratosfera, pues el viento era cortante y no llevaba protector. El pre-escolar, de 8 a 3, con salones blancos como el tiempo y dulces paredes de algodón para ti, que pasabas todo el día tratando de saborearlas, hasta que un tatequieto de la maestra de turno te ponía en cintura. Allí, en el patiecito, esperábamos los rayos del sol que decidían escaparse de casa, del cielo, para regalarte un minuto de color. Si, verde. Verdecielo , como tú decías. Para ti, hasta el atol del desayuno, era de ese tono tan confuso que nunca comprendí. Ni las hojas ni las esmeraldas podían ser una semejanza para tus sentidos, aquellos que percibían ese bonito color qu

Blu.

Me gusta el 36, porque te espera. Porque cuando sueñas con quedarte entre el abismo, te levanta. De a ratos testimonio; luego pasas a ficción. Porque cuando dices yanomás, no hay quien te reprenda. Porque ya no te escribo, ya no te pienso, no me lamento: no te he perdido. No haces falta ni aún, cuando entre luces, te espero de gris. No puedo decir que cuando el tiempo pasa y tu te aferras, lo intangible se vuelve cotidiano, te hace parte de sus sueños y sin pensarlo, te rodea el verde, el azul, la vida. Y siempre me preguntaste por los puntos sobre las íes, conectivos y complejos, los besos de argamasa, con sabor a cal; el río que se escapaba de su cauce, allá donde las mentiras hacían de ti un proscrito más. Mira tú, desde aquél faro, cuando te dije que el azul era rey, no era como indirecta ni especulaciones sobre tu estado. Fuiste rey, quizás, en algún tiempo, pero nunca a mi costado. Fuiste matemática, en prosa y en verso, pero nada más.

Crónicas de una Venezolana más.

Hoy, en clases de geografía económica, mi profesor estaba totalmente concentrado hablando sobre la industria del aluminio aquí, en Venezuela. Una charla magistral acerca de la labor de bauxiven, interalumina, alcasa y venalum. Los libros de texto, siempre tan maleables, con cifras que magnifican la labor exitosa y eliminan, por completo, todo rastro de las fallas, ignoran el retroceso del país y maquillan las verdades, para hacerlas más vistosas, mas consumibles. Todo público quiere ver una buena película ¿No? Bueno, es casi lo mismo. -¿Por qué le llamamos a esto  socialismo? No sé, no me lo explico. Ni siquiera aún, luego de acorralar al docente y pedirle una explicación que fundamente su magnífica charla, supe comprenderlo. Yo, desde mi ignorancia y mi reducido conocimiento de la historia universal que vemos como cátedra en 8vo grado, supe que el marxismo, comunismo, socialismo y demás doctrinas de la misma índole, están guiadas (en teoría, léase bien) hacia un fin ético-socia