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Mostrando entradas de 2019
Me senté frente a una puerta que hace tres meses no conocía y lloré lo que me faltaba llorar en muchísimos años. Lloré a la niña que fui, a la que pasaba noches sin dormir preguntándose el por qué de tantas cosas. Lloré a esa parte de mi que se preguntaba por qué no era suficiente. Lloré a esa parte de mi que amaba incondicionalmente, que se despojaba de todo con tal y sentir. Sentirlo todo, como una puñalada de realidad. Me ahogué en todas las conversaciones justo antes de dormir y te juro que se me quebró la voz hasta en los recuerdos, como si fuese incapaz de hablar de ellos hasta en mis propias memorias. Me hice río y me ahogué en mi propio caudal, frente a una puerta que ya no es puerta y una Betania que no soy yo, pero que era. Lo era todo y lo di todo, hasta quedarme con las manos vacías de posibilidades y llenas de miedo. Un miedo sordo que se abrazaba a mi cintura mientras intentaba caminar, que me inmovilizaba las piernas en un intento por detenerme, pero no importó: caminé c

- 17/07/2019 -

Todos empezamos con miedo: miedo a tomar decisiones, miedo a escoger un camino, miedo a equivocarse, miedo a la rutina; muchos ni siquiera sabíamos cómo empezar, pero decidimos aceptar la vida como un carrusel y nos subimos. Nos subimos en una especie de carrusel donde no solo se movían los caballitos bajo nosotros, si no todo el escenario. Todo lo que conocíamos. Pero eso no nos detuvo. Lo que comenzó como un sueño, hoy nos sonríe de frente.    Es fácil escribir “lo logramos”, hilar un par de oraciones de agradecimiento y recordar de forma muy superficial lo que fue la etapa completa de una vida. Siento que podría escribirlo, resumirlo a cinco minutos, sintetizarlo como si de una historia corta se tratara, pero en realidad no es tan sencillo. Este título nos costó muchísimo más que la mezcla entre miedo y emoción que nos embargó el primer día que vimos una clase, muchísimo más que trasnochos sobre trasnochos.    El camino hacia él nos llevó a explorar y explotar nuestras cap

Turn your lights down low

"But it seems I was never on time still I wanna get through to you" -Bob Marley Jamás he convivido bien con el término de “mentiras piadosas”, que de piadosas no tienen nada. Me parece una excusa para decirlas, para sentirnos bien en una realidad que es cualquier cosa menos verdadera. Termina doliendo más, no hay dudas. A ti te agradezco las verdades. No es fácil saber que se quiere la verdad, aunque todos la pidamos. Asusta. Quema. Incluso muerde. Las verdades muerden. Se adhieren a tu piel y clavan sus dientes sobre tu carne. Se alimentan de ti y se quedan silentes, rondándote hasta que no puedan doler, hasta que sean cachorros de pecho que puedas acunar hasta comenzar de nuevo este caótico ciclo. Yo no las quería, pero las necesitaba. Quise serlo todo, menos una carga. Aun conociendo tus verdades, quise quedarme y compartir contigo mis matices, los sonidos extraños de mi respiración mientras duermo y la extraña pequeñez de mis manos. Te entregué lo n

Dreaminess

Llega la mañana y me despido. Mientras duermes, beso tu frente y recuerdo todas las veces en que lo hice en un pasado. Recojo mi ropa y la amontono en un rincón de la cama, dando tiempo a que despiertes, aplazando lo inminente de vestirme y volver a la realidad que me espera al borde de la puerta. …Pero me rindo y vuelvo a abrazarte. Me adhiero a tus costillas, entrelazo mis piernas en las tuyas y escondo mi cara en el pequeño rincón entre tu cuello y tus hombros. Podría morir en ese instante y no me arrepentiría de entregar a ese momento mi último respiro. Borro ese beso con el que sellaba mi adiós y te robo uno en los labios. Quiero quedarme, aunque no deba. Veo la ropa reposando, esperando que la tome y salga por una puerta que ya está abierta y no lo logro. Me quedo. Me quedo allí, en ese cuarto que recorro una y otra vez, reconociendo cada objeto, la mancha chiquita en la pared cerca del closet, el olor de las sábanas que compartimos, el sonido de la cama que va al compás

Reflexiones

He comprendido que la felicidad no puedo guardarla pa’ más tarde, solo vivirla. Intento escribirla, describirla, poner en grafemas lo que me cala hasta los huesos pero no funciona: cuando lo intento, ya se hizo recuerdo; en su mejor momento, nostalgia. Lo estoy viviendo todo y lo agradezco: las prisas por crecer que ahora se convierten en pausas necesarias, las ganas de mantenerme despierta para no dejar de percibir mi entorno ni un segundo, segundas oportunidades a la orden del día, la adrenalina de saber que este mes es definitivo y lo que queda será parte de mis memorias. Lo vivo y me lo como a cucharadas grandes sin temor a que se acabe el plato, con la plena conciencia de que vendrán más (no necesariamente mejores). Ha dolido, pero ha sido mi año. La Betania de 15 años estaría orgullosa de la Betania de 22, o al menos eso quiero creer. Terminé la carrera que tanto quería terminar (incluso di el discurso de graduación), aún y cuando no tenía la certeza de poder hacerlo. Par

Sobremesa

La sobremesa se alarga y la conversación que llenaba el espacio se queda como un eco de fondo, detrás de mis pensamientos. Algunos se van, otros se quedan. Al final nos iremos todos, aunque hoy no sepamos a quien le toca apagar las luces. Los miro mientras hablan, repaso sus gestos una y otra vez para no olvidarlos. Ella se ríe mientras sostiene su mirada sobre las fotos de su última acampada y yo la miro como quien quiere conservar hasta el olor que impregna el aire. Ellos ríen, recordando los parciales que pasaron, las clases que recorrieron con gusto y con desidia, añorando un pasado cercano que ya pasó, porque así es la vida, un ir y venir sin saber a donde, sin tener un cuándo. Yo los miro. Si hablo, mi voz se quiebra, así que evado la realidad con un nuevo chiste malo, otra anécdota en conjunto, otro viaje en el tiempo hacia un momento donde la felicidad no era más que sabernos juntos, como ahora, aunque nos vayamos. Recuerdo y sonrío. Puedo llorar más tarde, cuando esté