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Mostrando entradas de abril, 2013
Eres ese grafito, impaciente. Capaz de seguir la línea o descarrilarse. Copiar los sentimientos, borrar grafemas de emociones. Te resbalas y casi te siento, marcándote en mi alma, como un fierro y no más lápiz. No más borrar y volver; ahora te quedas, aquí, y sigues con tus sueños, tus besos de carbón, quemadito por el tiempo; y los deditos que recorren mis deseos y acarician aquél recuerdo de mi niñez, un balón en el patio de recreo, las manos de mi padre jugando con monedas y el olor a libros viejos, usados, llenos de sueños. Tú, sin pensarlo, con tu vida de artista modelo, preso de recuerdos ajenos que copias y olvidas, para seguir garabateando, seguir viviendo, hasta consumirte como el polvo, cuando tu cuerpo de caoba, se desgaste.
La felicidad es un frasquito que escondo en mi pecho. Se cuela a cuenta gotas y desafía los momentos de máxima tristeza. La vida me recetó una dosis para cuando el tiempo venga en contra y ella tenga necesidad de actuar, como analgésico, contra el dolor. Hoy, en efecto, me embriagué y la dosis funcionó: Estoy momentáneamente curada.

Desde tus dedos, nada sabe a derrota.

Quisiera poder decirte que acabé por esconderme, para no lastimarte con mis tonterías, suposiciones y acertijos absurdos sobre preguntas inconcretas. De a ratos, cuando mido mis capacidades y trato de ubicarlas en un plano real, sintiéndolas desplazarse como azúcar entre mis dedos, sin llegar a una medida concreta, comprendo que son escurridizas, burlonas...Hasta he llegado a imaginar que son inexistentes, por lo menos para mi. Siempre te veo de lejos, cruzando la calle de recuerdos, pisando los charcos de sonrisas y ni siquiera te inmutas. La sonrisa de tu rostro nunca se borra. No hay manera de verte entristecer, decaer y finalmente pedirme que te abrace, con los ojos llenos de vida. No la hay, pues tú no sabes de estos conflictos mundanos que tenemos las personas, los humanos. Ni siquiera se donde ubicarte, darte un Phylum correspondiente. ¡Al carajo la taxonomía! Tú eres como los ángeles. Sin alas, sin aureolas ni liras para alabanza. Eres corpóreo, tangible y tan lejano, tan
Yo no sé que sea eso que llaman amor, que definen con facultades, le suman virtudes, le restan dolores, lo subordinan a un control mayor, un ente supremo. No, de eso nada. A mi pregúntame a que sabe, como se siente, cual es su sonido cuando quiere cantar y no lo dejan.

Crónicas de la niña buena, con aspiraciones al calificativo de "mala", solo por amor.

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Con la niña mala, recorrí París. La vi desvanecerse tras la École Militaire, en cada Bistrot , tras l'avenue de Tourville. La vi allí, deseando el amor que siempre tuvo y que nunca compartió, ni siquiera aún y cuando sola estuvo, detrás del tiempo, resumida a nada.  Odié a Vargas Llosa, por enseñarme el mundo que no puedo tener, que me niega mi naturaleza de persona corriente, sin sobresaltos, sin ningún rasgo que valga la pena destacar, sin esa cinturita mínima y cariñosa que alojaba a Ricardo, noche tras noche, sin hacerle saber que le quería.  La odié por su libertad, por su ímpetu de niña mala, que la arrastraban a la fuerza de la realidad y la llevaron a una podredumbre de adinerados sin carisma, sin respeto a la vida y sus dictámenes de amor. Y a él, ¿Cómo no odiarlo? Amando cada parte de su vida, de sus deditos esmirriados que lograba besar en contadas ocasiones a lo largo de treinta y cinco años de calamidades, de traducciones, de palabras robadas y repatriadas a un i
Ya no está de moda eso de escribir la historia desde el final, cuando se deshacen los pajaritos, se tergiversan los hechos, se disuelven los recuerdos como hojas de té chino. No, ya no disfruto de esas historias. Terminé tan hastiada de escuchar relatos desde el final, que guardé en un rincón de mi memoria, lejos del sol, la historia del gato negro que tanto atormentaba la genialidad de Poe.  Hoy, nada me parece increíble. Iba a transcribirles un cuento que tengo en la cabeza, dando vueltas y vueltas, jugando al escondite, escabulléndose con vida propia, pero mejor lo aguanto allí, hasta que por voluntad quiera escribirse y dejar de torturarme.  Hace un tiempo descubrí que trazarme un futuro metódico, estadístico, calculado, de horarios inquebrantables, era imposible. Para muestra, estoy aquí, escapando de mis propias obligaciones, por cumplir un gusto efímero y soez , puesto que en lingüística me saco un 0.  Quería hablar de tantas cosas, explicar un punto aquí, aquella

La patria brava, se vale de argumentos.

Hoy, 15 de abril de 2013, a las 09:43 pm, empiezo a escribir esta nota. En la tarde perdí, de cierta forma, las esperanzas. No quise escribir, no quise opinar. Convertí mi mente en una burbuja ajena al bullicio del país. Intenté hacerme de oídos sordos. Obviar los gritos del pueblo, desde la barriada hasta las grandes quintas... ¡Tamaño error cometí! En este instante, justo cuando las palabras se me escapan de los dedos, tengo más esperanzas que nunca. No hablo desde un color político, desde el odio, la segregación, la intolerancia. Hablo desde mi condición de estudiante, perteneciente a esta patria que llevó aquí, en el pecho. Por cuestiones del destino, terminé "debatiendo" con una simpatizante del oficialismo, gracias a Twitter. Si, justo cuando más caída estaba mi esperanza, apareció ella. Llegó como se fue: sin argumentos, cargando un mensaje repetitivo, obtuso e incongruente. ¿Saben qué? Me sentí mas viva, porque mis ideales saltan en el pecho, brincan desde mi

De a dosis, no me gustaba la vida.

Entre el centeno, o los arbustos, estabas tú. Me hacías señas con ademanes violentos, apresurados.Te seguí, porque siempre esperé que notaras mi presencia, pequeña, desaliñada, indiferente. Me notaste, me querías, estabas esperando. De improvisto, siento como el mar choca contra las rocas, remueve el arrecife y asusta a pequeños peces. La luna, desde su escondite, altera la marea. Mi marea. Allá, en aquél risco, el mundo da mil vueltas, colisiona contra otro universo y se escapa de esta galaxia. Siento el frío, el calor, cientos de teorías; hasta la temperatura se hace más que una magnitud. Todas las canciones que conocía, se mezlcaron, haciendo un eco indescriptible tras de ti. Me tenías allí, en tus brazos, y todas esas sensaciones escapaban de tu cuerpo. No había mar, ni riscos, ni universos. Había un tú y eso era más que suficiente. La vida, aquella que me ofertaron a plazos el día en que nací, esa que aún no terminaba de pagar, esa hipotecada, se escapaba como arena entre tus l

Primeras impresiones: "Kafka en la orilla" - Haruki Murakami.

Página 293: Indudablemente, Murakami es ese soplo de viento que pasa, levanta tu falda, lo disfrutas y luego, sin querer, se acaba.
Empujaba carritos sobre la arena y los veía hundirse, porque era cálida, húmeda; Y estabas tú, a unos metros, empujando carritos sobre tus sueños. ¿Subiste aquél árbol imposible? De hojas negras, con mariquitas verdecielo y hermosamente deslumbrantes, con un piso de flores marchitas, sin color. No pude verte llegar al tope, allá, en la estratosfera, pues el viento era cortante y no llevaba protector. El pre-escolar, de 8 a 3, con salones blancos como el tiempo y dulces paredes de algodón para ti, que pasabas todo el día tratando de saborearlas, hasta que un tatequieto de la maestra de turno te ponía en cintura. Allí, en el patiecito, esperábamos los rayos del sol que decidían escaparse de casa, del cielo, para regalarte un minuto de color. Si, verde. Verdecielo , como tú decías. Para ti, hasta el atol del desayuno, era de ese tono tan confuso que nunca comprendí. Ni las hojas ni las esmeraldas podían ser una semejanza para tus sentidos, aquellos que percibían ese bonito color qu

Blu.

Me gusta el 36, porque te espera. Porque cuando sueñas con quedarte entre el abismo, te levanta. De a ratos testimonio; luego pasas a ficción. Porque cuando dices yanomás, no hay quien te reprenda. Porque ya no te escribo, ya no te pienso, no me lamento: no te he perdido. No haces falta ni aún, cuando entre luces, te espero de gris. No puedo decir que cuando el tiempo pasa y tu te aferras, lo intangible se vuelve cotidiano, te hace parte de sus sueños y sin pensarlo, te rodea el verde, el azul, la vida. Y siempre me preguntaste por los puntos sobre las íes, conectivos y complejos, los besos de argamasa, con sabor a cal; el río que se escapaba de su cauce, allá donde las mentiras hacían de ti un proscrito más. Mira tú, desde aquél faro, cuando te dije que el azul era rey, no era como indirecta ni especulaciones sobre tu estado. Fuiste rey, quizás, en algún tiempo, pero nunca a mi costado. Fuiste matemática, en prosa y en verso, pero nada más.

Crónicas de una Venezolana más.

Hoy, en clases de geografía económica, mi profesor estaba totalmente concentrado hablando sobre la industria del aluminio aquí, en Venezuela. Una charla magistral acerca de la labor de bauxiven, interalumina, alcasa y venalum. Los libros de texto, siempre tan maleables, con cifras que magnifican la labor exitosa y eliminan, por completo, todo rastro de las fallas, ignoran el retroceso del país y maquillan las verdades, para hacerlas más vistosas, mas consumibles. Todo público quiere ver una buena película ¿No? Bueno, es casi lo mismo. -¿Por qué le llamamos a esto  socialismo? No sé, no me lo explico. Ni siquiera aún, luego de acorralar al docente y pedirle una explicación que fundamente su magnífica charla, supe comprenderlo. Yo, desde mi ignorancia y mi reducido conocimiento de la historia universal que vemos como cátedra en 8vo grado, supe que el marxismo, comunismo, socialismo y demás doctrinas de la misma índole, están guiadas (en teoría, léase bien) hacia un fin ético-socia