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Mostrando entradas de noviembre, 2013

La de relevo.

  Aquí les dejo el artículo breve para @El_Uesebista...                                                                      ... La historia de Venezuela se ha visto cargada por una serie de acontecimientos que suelen desconocer el paso del tiempo. Pareciera que danzaran a un compás propio y definitivamente  cíclico. Los problemas del pasado se disfrazan y se mezclan con los nuevos. Bailan con nosotros a destiempo. Nos pisan, nos callamos. Perdemos la batalla sin siquiera comenzarla, por miedo al escándalo de hablar, expresarnos. En 1903, éramos un país que acababa de atravesar un período sanguinario, colmado de guerras civiles, aderezado con caudillos y liberales. Un lienzo nuevo, prematuramente manchado. Casi  cien años de una violencia  cotidiana y directa, que “culminó” con una paz relativa, bajo una dictadura de hierro ¿Qué contradicción, no? Esa coacción  aceptada , evolucionó para desencadenar en nuestra posición actual, nuestro día a día. Ahora, más de cien a

Abdicación.

Las sorpresas desagradables son como galletas, pero sin fortuna. Odio abrirlas.  Si las encuentro, las dejo a un lado, bajo cualquier pila de ropa sin doblar. Un horóscopo, otro azar, cualquier bazar olvidado por la fama de sus malas ventas. Así fue mi día: un total descontento.                                                                                  ... Y si no sé escribir...¿Por qué sigo haciéndolo? ¿ Será por otra ronda de compromisos, para no sentirme tan inerte entre las pausas del día? - Quise suponer. ¡Y vaya! Si mi profesora de lenguaje fue quien me lo dijo; y estoy estudiando ingeniería, no quiero imaginarme frente al paredón de fusilados, en la escuela de letras, haciendo algo que pensé podía hacer. No importa. Una tacha más, sobre otra de mis causas perdidas en mi lista de inalcanzables. Adiós, letras.

...Aprendí.

Yo creí que despertar justo a las 6, era cosa del pasado. Que de correr, lo haría nuevamente de tu mano, pero no. Ahora, ni el sol recuerda con que inclinación tocaba el pavimento justo antes de ocultarse, entre sus nubes, como un lecho o algodón. El desayuno, ya solo sabe a tragedia. Nada de épicas, ni carrozas, ni banderas. Aquiles ya murió. Y no recuerdo, lo que era despertar bajo el hechizo de creer, que todo se podía, se lograba, y no se deshacía en un jirón. Antes, subía la mirada hacia aquél árbol sintético y decorado con plásticos de suerte, alumbrado por luciérnagas mecánicas, danzantes al compás de un intento de canción. Era más que mágico, eran de día, de noche y de ti, mis ilusiones, aún y cuando 3 años y un milenio entre los dos no saben llenar bien el espacio, que dejaste en los rincones; detrás del arbolito, la mesa que no compramos, el closet improvisado, y los muebles de color. Esas esquinas, se vaciaron. El árbol, en su caja, no cumplirá es
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Dos estantes a la derecha, como aquél carril, el de 40km/h...Lento, justo como yo. Una total pérdida de tiempo, tomarle por placer. A veces, no es más que la última opción que podemos escoger, cuando es inminente detenerse a esperar una grúa. De papel, de portadas y colores, los disgustos, los vocablos, las notas al pie -o a la mano, ¿por qué no?- de página, el tono de tu voz. Un libro viejo y tan antiguo como antagónico y potencialmente fugaz, porque se olvida. Nada de textos con definiciones puntuales, mucho menos ensayos de rigor. Nada más un compedio de errores que no saben sumarse ni, después, multiplicar. Así soy, cuando la hora pico se acerca y el canal, en contra flujo, anuncia entre desprecios, que comienza a funcionar. Porque es imposible no transitar, de 9:00 a 4, tres estantes más allá.
A diario, contaba las sonrisas de tu piel -o los lunares-. Era lo mismo: el tacto, las desviaciones, las prisas por buscarte.
5 días de adaptación para un período al cual, definitivamente, no estoy nada preparada. Y es qué, ¿Acaso alguien lo está? Me siento coartada, cohibida, deliberadamente encerrada en cualquier frasquito, donde guardan la sal, los resquicios de café, la lejanía. Apenas, alcancé a descubrir que la universidad es igual de ínfima que el tiempo, es decir, total contradicción; y el trabajo, en teoría según mi profesor de sociales, la razón de la existencia, la base de la vida. ¿Y con eso qué? solo vivo haciéndome preguntas que luego olvido -o simplemente ignoro- para no tener que contestar. En suma, sigo esperando encontrar la "solución". -B.