Si me buscas, prometo no dejarme encontrar.

De vez en cuando pienso en la libertad como algo más que una euforia momentánea. Y no, no me refiero a una "libertad" sin responsabilidades, casi rayando en el libertinaje. Estoy aquí, observando la libertad que creía inalcanzable, justo aquí, rozando mi mano.
Anoche pude caminar bajo la luna, sin temores, sin ataduras, sin finales, solo esperar pacientemente el momento oportuno para dar un paso en frío, sobre el asfalto, sonriéndole al viento y a él, de ser posible. Si de morir feliz se trataba, ese era el lugar adecuado para alzar las manos, dejar el peso de una vida atrás y continuar hacia algo más que un simple futuro, algo más complejo e irracional.
Luche tanto por ser amada y olvidé amar, dejando así parte del único sentimiento que realmente necesitaba, pero ahora, no lucho por ninguna de las dos, pues lo considero un ente externo, por más absurdo e imposible que pueda sonar.
Me siento libre para amar en cuanto me plazca, pero aquí, mientras leo a Murakami y me aferro a lo solitario de esta noche; se que debo irme y dejar todo atrás, pisándome los pasos y cortando las mentiras, aferrándome al hecho de vivir sin ataduras, por más irónico que suene, dejándome seducir por la vida misma  y sus vueltas consecuentes.


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