Ya ni sé expresarme. Quiero gritar que me abracen, que me ayuden a sostener cinco minutos el peso que llevo años arrastrando, que me dejen llorar y drenarme, apagarme en sollozos. Necesito ese abrazo, pero me asusta pedirlo, porque de alguna forma u otra siempre está mal sentir, necesitar, querer. Y a mi esas energías se me agotaron hace mucho; cuando tenía 8 años y aún creía que el mundo cabía en una botella. Así que aprendí a dar, porque me gustaba ver ese destello de calma en rostros ajenos, como si pudiese ser un espejo que me permitiese verla en mi, pero así no funciona. Crecí y entendí que el mundo era basto, gigante, lejos de ser una botella; y que el reflejo de la luz en los espejos, no podía emular la calma.
Abdicación.
Las sorpresas desagradables son como galletas, pero sin fortuna. Odio abrirlas. Si las encuentro, las dejo a un lado, bajo cualquier pila de ropa sin doblar. Un horóscopo, otro azar, cualquier bazar olvidado por la fama de sus malas ventas. Así fue mi día: un total descontento. ... Y si no sé escribir...¿Por qué sigo haciéndolo? ¿ Será por otra ronda de compromisos, para no sentirme tan inerte entre las pausas del día? - Quise suponer. ¡Y vaya! Si mi profesora de lenguaje fue quien me lo dijo; y estoy estudiando ingeniería, no quiero imaginarme frente al paredón de fusilados, en la escuela de letras, haciendo algo que pensé podía hacer. No importa. Una tacha más, sobre otra de mis causas p...
Todo pasa, y todo cambia. Incluso la sensación de ahogo y desasosiego, el acabose del universo, el tren de tragedias, todo pasa. Ojalá consigas ese abrazo que te lleve a descargar el peso.
ResponderEliminarMi empatía anónima para ti, alguien más que aún usa su blog personal y anónimo para darle drenaje al peso de la existencia.
La tristeza es una batalla dura, aunque necesaria, debes darle forma y entenderla, porque está ahí y porque merodea constantemente los pasillos de nuestra mente, sin embargo, aunque esta sea tu batalla, no quiere decir que no puedas necesitar de una mano amiga, o una palmada en el hombro que haga saber que existen personas que están allí para ti y te apoyan en tu lucha. Dar calma a otros lamentablemente no hace que la veamos en nosotros, pero nunca hay que parar de buscarla, sea en la sensación del viento de invierno en nuestras mejillas, la satisfacción de un trabajo bien hecho o ver como tu vida avanza al lugar que te propusiste.
ResponderEliminarAunque es una batalla distinta para todos, sigue persiguiendo la paz que buscas, que de tanto buscar estoy seguro de que algún día te tropezaras con ella.
Mientras gire la tierra no dejes de luchar por esa calma que arropara tu alma.
Te mando un abrazo inmenso y mis mejores deseos para tu vida Maria Betania.