Dreaminess


Llega la mañana y me despido. Mientras duermes, beso tu frente y recuerdo todas las veces en que lo hice en un pasado. Recojo mi ropa y la amontono en un rincón de la cama, dando tiempo a que despiertes, aplazando lo inminente de vestirme y volver a la realidad que me espera al borde de la puerta.

…Pero me rindo y vuelvo a abrazarte. Me adhiero a tus costillas, entrelazo mis piernas en las tuyas y escondo mi cara en el pequeño rincón entre tu cuello y tus hombros. Podría morir en ese instante y no me arrepentiría de entregar a ese momento mi último respiro.
Borro ese beso con el que sellaba mi adiós y te robo uno en los labios. Quiero quedarme, aunque no deba. Veo la ropa reposando, esperando que la tome y salga por una puerta que ya está abierta y no lo logro. Me quedo. Me quedo allí, en ese cuarto que recorro una y otra vez, reconociendo cada objeto, la mancha chiquita en la pared cerca del closet, el olor de las sábanas que compartimos, el sonido de la cama que va al compás de nuestros movimientos y no se calla jamás, porque nunca dejamos de movernos. Te veo a ti y sonrío, porque recuerdo cuando llegué a tus brazos y a esta cama que ya no es mía, a este paraíso fiscal de sueños rotos y sexo a tres platos, para comer aquí y para llevar, para sentirte mío unadostrescuatrocinco veces más, porque es de día pero yo no quiero despertarme en realidad. Quiero seguir soñando que estoy contigo.

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