Hoy estás cansada y te das cuenta que no importa si recorres 25 kilómetros en bicicleta o descargas tu energía en el bosque: igual te despertarás en medio de la madrugada. El insomnio llega a ti, como llegan los recuerdos, las preocupaciones, el "¿y ahora qué?" que cambia a diario, que te lleva a mordisquear todos los ositos de gomita que deberían durarte más de una semana. Estás cansada, si; y tienes miedo, claro. Porque todo lo que viene asusta, y asusta mucho. Te balanceas entre el par de minutos en que te sientes chiquita, insuficiente ante las exigencias de un universo que lo quiere todo y lo quiere ahora; y el resto de las horas donde te sientes invencible, porque no tienes otra opción. Estoy orgullosa de ti, porque de alguna forma lo estás logrando y deberías bajar la vara. Cada segundo de ansiedad es un segundo sin calma y cuando se conoce el valor del tiempo, no puede desperdiciarse de esa forma.
Abdicación.
Las sorpresas desagradables son como galletas, pero sin fortuna. Odio abrirlas. Si las encuentro, las dejo a un lado, bajo cualquier pila de ropa sin doblar. Un horóscopo, otro azar, cualquier bazar olvidado por la fama de sus malas ventas. Así fue mi día: un total descontento. ... Y si no sé escribir...¿Por qué sigo haciéndolo? ¿ Será por otra ronda de compromisos, para no sentirme tan inerte entre las pausas del día? - Quise suponer. ¡Y vaya! Si mi profesora de lenguaje fue quien me lo dijo; y estoy estudiando ingeniería, no quiero imaginarme frente al paredón de fusilados, en la escuela de letras, haciendo algo que pensé podía hacer. No importa. Una tacha más, sobre otra de mis causas p...
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