Ojalá apagar la mente fuese tan sencillo como chasquear los dedos o llorar cuando no se debe; pero no, a parte de complicado, pareciese ser imposible. Ni durmiendo, se calla. Al contrario: el ruido se hace más fuerte, pero canto bajito para contrarrestarlo. Canto bajito para que los otros no sean capaz de escucharlo y no se vayan corriendo, porque al final del día no importa cuanto intentes dar lo mejor de ti a otros. Todos se van. El ruido es muy fuerte ¿Quién querría quedarse?
La teoría dice que debo permitirme sentir mis emociones. Dejarlas transitar, que me desordenen la vida que tanto me ha costado poner en orden y esperar hasta que la siguiente ola rompa en la orilla. Y siento miedo, pero ¿Cómo no sentirlo? si cada día se siente como nacer y morir de nuevo, al mismo tiempo, en un único y mísero instante. Así que hay días en que siento y siento mucho. Se me agolpan los sentimientos en la esquina de los ojos y como quien se los estruja buscando una pestaña, me sacudo las lágrimas que quieren ser torrente pero terminan siendo nada. No siento. Simple. Problema resuelto. Limpiaré la cocina las veces que sean necesarias, repetiré en mi noruego rudimentario Også dette går over , como si aprender otro idioma fuese solo una excusa para repetirme el todo pasa. Pretenderé que el tiempo es corto y los quehaceres demasiado largos, como una excusa para no pensar. Otros días, sin embargo, soy solo una nube que llora y se deshace en un ciclo que nunca acaba. Me tra
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