No soy buena escribiendo, pero ésta página, éste blog, éste diario, ÉSTO, es mi desahogo.
Me senté frente a una puerta que hace tres meses no conocía y lloré lo que me faltaba llorar en muchísimos años. Lloré a la niña que fui, a la que pasaba noches sin dormir preguntándose el por qué de tantas cosas. Lloré a esa parte de mi que se preguntaba por qué no era suficiente. Lloré a esa parte de mi que amaba incondicionalmente, que se despojaba de todo con tal y sentir. Sentirlo todo, como una puñalada de realidad. Me ahogué en todas las conversaciones justo antes de dormir y te juro que se me quebró la voz hasta en los recuerdos, como si fuese incapaz de hablar de ellos hasta en mis propias memorias. Me hice río y me ahogué en mi propio caudal, frente a una puerta que ya no es puerta y una Betania que no soy yo, pero que era. Lo era todo y lo di todo, hasta quedarme con las manos vacías de posibilidades y llenas de miedo. Un miedo sordo que se abrazaba a mi cintura mientras intentaba caminar, que me inmovilizaba las piernas en un intento por detenerme, pero no importó: caminé c...
No digas eso... Eres buena escribiendo. Lo que escribas aquí a nadie le tendría que desagradar, puesto es aquí en donde plasmas tu cabeza, pensamiento e ideas. Donde pones a prueba que si puedes marcar la diferencia. Si es tu método de deshago, te aplaudo, ya que muchas personas no saben que hacer cuando necesitan hacerlo y buscan otros medios.
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