Sentarme en tus piernas, una vez más, mientras suspiro y me aferro a ti, guardando todos los aromas que aún mantengo de mi infancia, como tu perfume; sin dejar de lado aquellos sonidos, como el de las llaves contra la puerta, aquellos pasos contra el polvo y tu respiración agitada, luego de cargarme y dejarme en un lugar seguro, como lo hiciste durante 11 años, cuando niña.
Tus piernas se hacen tan frágiles y me desplomo en el piso, como un peso viejo e inutilizable, sin motivación alguna para seguir. No importa, comprendo ciertas imposibilidades, como esta, donde solo eres alcanzable a través de fotos viejas.

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