Antagonía del arte.


No era más que una copia fiel y exacta de un minuto en silencio, sin respiraciones agitadas alterando el curso natural del tiempo.

Incapaz de jugar con el destino, se aferró a la certeza única de sentir como sus pulmones recibían el aire qué, mecánicamente, aspiraba.

Se cansó de amar, en carne, a cualquier otra persona que pudiera intentar perturbar el estado neutral en que se encontraba.Aunque, siendo incapaz de amar lo intangible, lo etéreo, se aferró a un estado catatónico, negándose a caer en el estado de enamoramiento recurrente que padecen los "humanos".

Quizás, pensaba, huir del mundo me hace solo una cobarde, adicta a la soledad.

Incapaz de lastimarse a sí misma, hacerle daño a alguien más estaba fuera de sus posibilidades.

Y así vivió, simplemente existiendo. Ocupando un lugar en el espacio, porque así lo dictan las leyes físicas, sin ninguna otra razón para decir qué, aunque faltó en su mayoría, fue capaz de dejar una marca.

Nadie pudo tan siquiera recordar su nombre a la hora de grabar su epitafio, y así quedó...

Siendo "nadie". 

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