Me senté frente a una puerta que hace tres meses no conocía y lloré lo que me faltaba llorar en muchísimos años. Lloré a la niña que fui, a la que pasaba noches sin dormir preguntándose el por qué de tantas cosas. Lloré a esa parte de mi que se preguntaba por qué no era suficiente. Lloré a esa parte de mi que amaba incondicionalmente, que se despojaba de todo con tal y sentir. Sentirlo todo, como una puñalada de realidad. Me ahogué en todas las conversaciones justo antes de dormir y te juro que se me quebró la voz hasta en los recuerdos, como si fuese incapaz de hablar de ellos hasta en mis propias memorias. Me hice río y me ahogué en mi propio caudal, frente a una puerta que ya no es puerta y una Betania que no soy yo, pero que era. Lo era todo y lo di todo, hasta quedarme con las manos vacías de posibilidades y llenas de miedo. Un miedo sordo que se abrazaba a mi cintura mientras intentaba caminar, que me inmovilizaba las piernas en un intento por detenerme, pero no importó: caminé c...
Entradas populares de este blog
Abdicación.
Las sorpresas desagradables son como galletas, pero sin fortuna. Odio abrirlas. Si las encuentro, las dejo a un lado, bajo cualquier pila de ropa sin doblar. Un horóscopo, otro azar, cualquier bazar olvidado por la fama de sus malas ventas. Así fue mi día: un total descontento. ... Y si no sé escribir...¿Por qué sigo haciéndolo? ¿ Será por otra ronda de compromisos, para no sentirme tan inerte entre las pausas del día? - Quise suponer. ¡Y vaya! Si mi profesora de lenguaje fue quien me lo dijo; y estoy estudiando ingeniería, no quiero imaginarme frente al paredón de fusilados, en la escuela de letras, haciendo algo que pensé podía hacer. No importa. Una tacha más, sobre otra de mis causas p...
Sobremesa
La sobremesa se alarga y la conversación que llenaba el espacio se queda como un eco de fondo, detrás de mis pensamientos. Algunos se van, otros se quedan. Al final nos iremos todos, aunque hoy no sepamos a quien le toca apagar las luces. Los miro mientras hablan, repaso sus gestos una y otra vez para no olvidarlos. Ella se ríe mientras sostiene su mirada sobre las fotos de su última acampada y yo la miro como quien quiere conservar hasta el olor que impregna el aire. Ellos ríen, recordando los parciales que pasaron, las clases que recorrieron con gusto y con desidia, añorando un pasado cercano que ya pasó, porque así es la vida, un ir y venir sin saber a donde, sin tener un cuándo. Yo los miro. Si hablo, mi voz se quiebra, así que evado la realidad con un nuevo chiste malo, otra anécdota en conjunto, otro viaje en el tiempo hacia un momento donde la felicidad no era más que sabernos juntos, como ahora, aunque nos vayamos. Recuerdo y sonrío. Puedo llorar más tarde, cuando esté ...
Comentarios
Publicar un comentario