Dos estantes a la derecha, como aquél carril, el de 40km/h...Lento, justo como yo. Una total pérdida de tiempo, tomarle por placer. A veces, no es más que la última opción que podemos escoger, cuando es inminente detenerse a esperar una grúa.
De papel, de portadas y colores, los disgustos, los vocablos, las notas al pie -o a la mano, ¿por qué no?- de página, el tono de tu voz. Un libro viejo y tan antiguo como antagónico y potencialmente fugaz, porque se olvida. Nada de textos con definiciones puntuales, mucho menos ensayos de rigor. Nada más un compedio de errores que no saben sumarse ni, después, multiplicar.
Así soy, cuando la hora pico se acerca y el canal, en contra flujo, anuncia entre desprecios, que comienza a funcionar.
Porque es imposible no transitar, de 9:00 a 4, tres estantes más allá.
La teoría dice que debo permitirme sentir mis emociones. Dejarlas transitar, que me desordenen la vida que tanto me ha costado poner en orden y esperar hasta que la siguiente ola rompa en la orilla. Y siento miedo, pero ¿Cómo no sentirlo? si cada día se siente como nacer y morir de nuevo, al mismo tiempo, en un único y mísero instante. Así que hay días en que siento y siento mucho. Se me agolpan los sentimientos en la esquina de los ojos y como quien se los estruja buscando una pestaña, me sacudo las lágrimas que quieren ser torrente pero terminan siendo nada. No siento. Simple. Problema resuelto. Limpiaré la cocina las veces que sean necesarias, repetiré en mi noruego rudimentario Også dette går over , como si aprender otro idioma fuese solo una excusa para repetirme el todo pasa. Pretenderé que el tiempo es corto y los quehaceres demasiado largos, como una excusa para no pensar. Otros días, sin embargo, soy solo una nube que llora y se deshace en un ciclo que nunca acaba. Me tra
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