La sátira, -aunque un tanto cliché citarlo- según el DRAE en una de sus acepciones, es un "discurso o dicho agudo, picante, y mordaz cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo", con el fin de lograr un cambio, un punto de quiebre, una «mejora social».

Existe una gran diferencia entre la burla y el mero chiste; la utilización de la ironía y una posible ofensa. El que satiriza, critica por medio del humor, más no por esto deja de tener un sentido claro, un objetivo directo.
Darse un paseo por clásicos de la literatura con el fin de conocer un poco más del género, no está de más. Desde Voltaire hasta Bierce, destacando incluso las controvertidas páginas del "Decamerón"; "El elogio a la necedad" es también un buen partido. La sátira ha sido tan parte del arte como de la política.Imaginen por un segundo que la política se mueve por completo en un terreno de sofistas-véase postura de Sócrates-: la verdad no estaría dicha, la retórica sería poco menos que una sarta de promesas imposibles. 

Siempre alguien tendrá que decir verdades, aunque no quieran ser escuchadas.                                                                           

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Hoy se dio por finalizada la ronda de debates previa a las elecciones de la Federación de centros de estudiantes de la Universidad Simón Bolívar (FCEUSB). Asistí como pudo haber asistido cualquiera de los estudiantes que allí hacen vida, sin pertenecer a ningún movimiento, sin mayor conocimiento de política universitaria, con ganas de escuchar propuestas que promuevan la recuperación de espacios y la integración de todos a un mismo fin: retomar parte de la excelencia que nos ha caracterizado como institución.

Algo que siempre me ha preocupado es el límite tan difuminado entre "propuesta" y "promesa". Llevo días siendo repetitiva, planteándolo cada vez que puedo, comentándole a cada persona que pueda -o no- sentirse interesada. La FCE no es un ente milagroso, no es capaz de resolver nuestros problemas. La FCE la conformamos nosotros, los cargos que elegimos son de REPRESENTACIÓN. 

Las distintas secretarías no poseen una fórmula mágica para cumplir "promesas", pues no están en capacidad de hacerlas. De las mismas deberían formularse "propuestas", ideas factibles y de alcance directo. Las promesas son atractivas para todos, nos vemos tentados a creer en las mismas, pues son exactamente lo que necesitamos oír. A nadie le gusta escuchar la realidad cuando es dura y, lastimosamente, nuestra realidad universitaria en momentos como los que atravesamos, es complicada.


Importante es escuchar, saber que se propone y en base a nuestras necesidades, apoyar las ideas que se considere viable, capaz de llevarse a cabo. Quizá estoy equivocada, ¿Por qué no?, pero algo que me parece inconcebible, es votar por una plancha en su conjunto sin esgrimir sus planteamientos individuales. 


Aún creo en la individualidad y en la meritocracia. Los principios no se enajenan. Nunca.

Si luego de evaluar cada candidatura en cada una de las distintas secretarías, llegas a sentirte identificado con una única plancha, ¡Excelente! ha sido tu criterio quien ha escogido lo que considera la mejor opción. Digo esto en referencia directa al debate de los candidatos a presidencia de la FCE. Yo, Maria Betania C, miembro de la cohorte 13, no me siento identificada con los candidatos del Movimiento Demos, ni con los propuestos por La Otra Plancha.

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Hay, como dije al principio, quién no comprenda la sátira. Históricamente a los políticos les ha molestado, pues genera ese sentimiento general de descontento, siembra una semilla que se riega cada vez que se piensa y se crea consciencia al respecto. Hoy, la crítica era a una forma de hacer política que no todos comparten, a la formación de "líderes estudiantiles" con miras a un cargo político externo, injerencia partidista, gestiones que no han logrado ser lo que han prometido -he allí el problema con las promesas-. Los "candidatos" de La Otra Plancha fueron sinceros. No fueron lanzados con el fin de pretender un voto. Quisieron dar un mensaje que nadie se atrevía a dar. Algunos los tildaron de "anti política". Yo, por el contrario, pienso diferente.

Se puede criticar la forma, incluso me parece lo más correcto. No permanecer inertes, expresar opiniones fundamentadas. 


Ellos no están promocionando un voto para dejar un espacio de representación vacío. Utilizaron un espacio democrático para plantear otra forma de construir federación, donde la libertad de votar "cruzado" está allí, al alcance de la mano. Demostraron que hay estudiantes como tú o como yo, capaces de llevar ideas con la posibilidad de ser materializadas, sin necesidad de pertenecer a un único polo.Comprendo que es difícil digerir el mensaje. A mi no me pareció un chiste, me pareció una sátira, con una gran crítica de fondo.

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La Universidad Venezolana no es un ente aislado.Trata de mantenerse en pie en un país convulso, con presupuestos y reivindicaciones imposibles. Sin embargo, un cargo de representación estudiantil exige al que lo porta un compromiso directo PRIMERO con LA UNIVERSIDAD. No se puede trabajar por el país, cuando ni siquiera puede mantenerse éste primer acuerdo. 


Los "candidatos" a la presidencia de La Otra Plancha y digo "candidatos" porque realmente no lo son -bastante que lo dejaron claro-, hicieron una analogía entre el país y la Universidad, la forma en que elegimos a nuestros gobernantes y el peligro tan grande que representa la alienación a una única forma de pensamiento, casi comunitaria, sin mayor consideración de capacidades individuales.


Muchos seguirán creyendo en el chiste, sin observar el trasfondo. Espero que algún día podamos comprenderlo y mejorarlo. 

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