Yo pensaba que la nostalgia era un artificio terrible de la memoria, hasta que conocí un nivel más complicado de la misma y extraño a la primera.

¿Extrañar a la nostalgia? Así mismo. Un absurdo. 

Ahora me encuentro con fotos y revivo el momento. Escucho las voces. Miro las sonrisas y recuerdo las palabras. La cerveza fría sin alcohol, el pantalón de pana morada, los zarcillos de mamá que rozaban mi cabello en cada abrazo. Respiro. Miro la ventana. Mamá cosió esas cortinas y juntas pintamos la pared de rayas. Cuando me fui de casa, 10 años después, las mismas rayas blancas y beiges seguian adornando, envejecidas, aquella pared.

Dejé todo igual. Todo ha cambiado y al mismo tiempo, el fondo de la foto sigue igual. 

Papá se fue y jamás dejó su hogar. A veces, mientras duermo, lo veo rondando los rincones de mi memoria, tratando de reparar recuerdos, como queriendo hacerlos más felices. Ni descansando ha dejado de trabajar. Puedo sentirlo.

Mi hermana ya no es la niña de los pantalones capri. Hace mucho que no veo su sonrisa, pero sus preguntas siguen siendo las mismas que escuchaba salir de su boca infantil. 

¿Cómo sabemos de qué color son los dinosaurios?  ¿Cómo sabemos la profundidad del centro de la tierra, si no se ha perforado? Hace tres años que no siento su abrazo y sé que no es el mismo, que cambió. Tres años no pasan en vano. Sin embargo, la foto sigue siendo la misma.

Así funciona. Todo está igual. Ahora mamá se sienta sola en el mismo mueble. Abrirá las cortinas al despertar y quizás no recuerde, como yo, el momento en el que las cosió para aquel diciembre. Los personajes cambiaron y la vida nos pasó como una ola, arrastradas a distintas orillas, llenándonos los pies de arena y llanto.


Comentarios

  1. Y nos toca el doble de pesada; nuestra nostalgia no es la de Víctor Hugo, no hay alegría en este triste estar. No nos conocemos, pero quise dejarte estas palabras de Federico Vegas que quizá te sirvan para cartografiar una nostalgia transatlántica y, a lo mejor, encontrar un punto de fuga para ella, si es acaso es posible.
    "A los venezolanos la nostalgia se nos ha tornado esférica: sentimos tanto dolor de querer marcharnos como el de querer volver y el de haber vuelto. Hablo de una nostalgia esférica y no circular porque, además de ocurrir en la dimensión relativamente plana del ir y venir, opera también en el tiempo… Para sufrir por algo que se ha tenido o vivido y que ahora no se tiene ni se vive, no hace falta recorrer ni un metro de terreno"

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