Yo quiero creer que uno pasa, por la vida de la gente, recogiendo y dejando miguitas de buena fortuna. Por supuesto que, a veces, esas migas de buena fortuna no tienen nada, y se van acumulando como polvo en rincones que ni siquiera se como limpiar. Pero toca aprender, porque sucio no puedo dejarlos. 

A veces, como hoy, cuando me siento sucia, me da vergüenza pensar en las veces en que habré sido yo la que llenó de polvo la vida de alguien más, por más que haya intentado lo contrario. Porque así es la vida: un día limpiamos y al otro contribuímos con la basura.

Desde que tomé conciencia, no me atrevo a desordenarle la vida a alguien. Si alguien me abre una puerta y no tengo nada positivo que entregar, yo misma me encargo de cerrarla.

No puedo parar de preguntarme ¿Qué tengo que hacer para que no entren a desordenarme una confianza que me ha costado tanto recuperar? ¿...Para no dejarme consumir como plato principal por una ansiedad que no descansa? y me doy cuenta que no puedo evitarlo, que si construyo murallas dejo el polvo afuera, pero también la luz...

...Y aún no estoy lista para tanta oscuridad. 

Comentarios

Entradas populares de este blog