Conformidades.

Se llamaba Lorena, un nombre tan común como su fisionomía. Castaño, su cabello, haciendo juego con dos ojos oscuros y hermosos, aunque tan poco profundos como sus pensamientos.
Él, por otra parte, un hombre incapaz de proponerse metas concisas, recogiendo lo que pudiera ser desechado por otros, cazando siempre un corazón incauto y sin mayores aspiraciones que la de un físico atrapador.
¿Para qué hablar del destino? Sus ganas de pertenecer a alguien eran mayores que el hecho de como conseguirle.
Así va toda la historia, un cuento corto y sin más sentido que el descaro.

Comentarios

  1. Tu escritura a ido evolucionando más y más, sigue moldeando ese talento.

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  2. ¡Paula! Que bonito leerte por aquí y más aún si es un comentario como ese. Muchas gracias. Te extraño mucho.

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