La felicidad es un frasquito que escondo en mi pecho. Se cuela a cuenta gotas y desafía los momentos de máxima tristeza.
La vida me recetó una dosis para cuando el tiempo venga en contra y ella tenga necesidad de actuar, como analgésico, contra el dolor.

Hoy, en efecto, me embriagué y la dosis funcionó: Estoy momentáneamente curada.

Comentarios

Entradas populares de este blog