Siempre tú, aunque sea mayo.


                       

                    En cierto sentido, te haces amigo de la muerte, empiezas a poder hablar con ella con el corazón en la mano".
                                                                                                                                                                 Haruki Murakami.


    Allá la luna, chiquita, vacía de versos, de frases de amor e intentos de poesía. Un botón de un amarillo sucio, como el de tus zapatos cuando pisan el barro y no se dejan encontrar por una corriente de agua vivaz.

Escribiste un día qué, sin pensarlo, la luna era aquél lugar donde llegaban las almas sin motivos, caminando sobre rocas de cristal, y te creí. Ahora, no sé si estás vacío o llena de utopías, como los Araguaneyes de la vía, repletos de flores que pesan como el viento cuando es agosto, llevando una tristeza que solo ellos conocen, cuando las pierden.
No fui tu Araguaney, quizás ni siquiera una amapola y el astro que tanto admiraste, no es más que un simple hoyo para mí.

Donde te encuentres, la tierra estará brillando; yo lo sé, porque es imposible ignorar tu esencia, más allá de la existencia que dejaste. 
Aún, entre luceros, sigues tarareando a Simón. Solo callo, escucho al viento y allí estás tú... "Y esa noche la luna se puso bonita, clarita…"

No eras de concreto y pensabas que el mar era una cuna, para mecer al mundo entre sus brazos, y me aferré a esa idea, con la convicción de encontrarte flotando en el pacífico ¡O en el atlántico! incapaz de soltarte, unido a la ventisca. Incorpóreo, impalpable, lejos de mi, del papel, las burbujas de jabón y el monopolio.

Me rehúso a visitar una tumba con tu nombre, llorar un trío de lágrimas y resignarme a verte allí, bajo la tierra, formando parte de una ley de vida, una cadena absurda qué, contigo como alimento, no puedo soportar.

Te veo allá, bajo el torrente de agua que no cesa, los granitos de arena que se cuelan entre mis dedos poco pacientes. Aquél libro que no se terminó, que quedó a medias, que no tendrá fin; porque es mejor no concluir la historia, antes que desvirtuarla.
Solo tú puedes navegar en una taza y anclar tus sentimientos. Subir la mirada y observar pájaros de papel, tan grandes como la luna. Tu luna. Solo tú, y no yo, puedes atrapar mariposas con los dedos, mientras yo te pinto todas las sonrisas que perdiste. 





  
                                                              “Ilustración” de la misma que les “escribe”. Intentos frustrados, ustedes entenderán.


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